Un retrato enmarcado
centra mi habitación,
ese retrato de marco rodado
vigila cada segundo mi decoración
Mira fijamente a los ojos
de la gente que ha entrado
asusta sin miedo a los cojos
o al ciego descuidado.
Ahí está sin miedo
recorriendo con la vista mi habitación
susurra a el oso de suave algodón
palabras sin sonido,
recuerdos algo perdidos.
Su gesto congelado
no demuestra sentimientos,
sus pómulos rosados
se encuentran encostrados.
Su pelo emparedado
brilla como el sol radiante
de un día de invierno
lúgubre, frió y triste.
Ahí está
el retrato de una niña
que un día hizo soñar
y ahora solo da soledad.
Aun vive entre esas paredes.
Aun respira el aliento de la brisa helada.
Sigue corriendo niña triste
Sigue huyendo mujer congelada
De los mejores que has escrito.
ResponderEliminarMuchas gracias Pablo!
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